lunes, 28 de enero de 2008

Agujetas de segundo grado

Me susurraste al oído que querías un último beso. Por los viejos tiempos, dijiste. Esos en los que nos licuábamos en fundidos en negro y nuestra piel perfumaba las sábanas y el poco aire que alcanzábamos a inspirar.

Un beso. Sólo un beso.

Y en él, tu lengua ávida de alientos entrecortados, buscó entre mi paladar y mi garganta, se adentró por el esófago, llegó a mi corazón y le clavó las uñas.

Desde entonces no doy opción a las despedidas. Prefiero que me dejen la nota de rigor sobre la mesita de noche. Es más práctico.

lunes, 21 de enero de 2008

Rebajas

Se despertó un día sabiendo que dentro no sentía nada.

Abrió su cuerpo por el esternón y descubrió que a cambio tenía una increíble cantidad de espacio.

Decidió dar una oportunidad al cambio de situación y ponerse en venta: "Cuerpo de segunda mano. Espacio diáfano y con buenas vistas. Casi nuevo. Sin amueblar. Sentimientos opcionales."

jueves, 17 de enero de 2008

Caramelos de menta

Si encuentras restos de ceniza sobre los escombros de mis huesos, no fue un incendio provocado por tu indiferencia sostenida. Ni un asalto fortuito de madrugada para robarme los pedazos de tu nombre de la mesita de noche. No me dejé el gas de la cocina encendido. Ni siquiera fue una combustión interna de arañazos prendidos en la boca de mi estómago.

Simplemente alguien apagó mal su cigarrillo sobre los restos de mi piel deshecha, y prendió.

viernes, 11 de enero de 2008

Corresponsal de guerra

- El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra

Y desde la tercera fila, una niña de nueve años de apariencia frágil y desvalida, lanzó con tanta rabia y puntería la suya, que aunque la ambulancia tardó poco en llegar, poco pudieron hacer por salvarle la vida.

Aún así, nadie la culpó de nada.

Él se lo buscó, dijeron. Él se lo buscó.

jueves, 3 de enero de 2008

Cárcel de Avispas

Ayer me encontré bajo la almohada uno de sus tacones. El rojo incandescente, vértice de lujurias y bocas inagotables.

En otro tiempo habría servido de excusa para llamarla.

Por suerte descubrí hace tiempo que las cenicientas de saldo tienen pares a montones que perder entre sábanas y ombligos.