jueves, 3 de enero de 2008

Cárcel de Avispas

Ayer me encontré bajo la almohada uno de sus tacones. El rojo incandescente, vértice de lujurias y bocas inagotables.

En otro tiempo habría servido de excusa para llamarla.

Por suerte descubrí hace tiempo que las cenicientas de saldo tienen pares a montones que perder entre sábanas y ombligos.

2 comentarios:

Churra dijo...

Pues como decimos por aqui, PLIÑ...premio al primer comentario del primer post...
Nos vemos

El histriónico gato de Cheshire dijo...

Desconocía que existieran esa clase de premios, pero en ese caso, todo tuyo :)